No permitas que se empañe
el cristal de tu ventana,
has oído una campana,
es posible que el te engañe.
Tú le entregaste tu alma,
el no supo valorarla,
tu debes, por Dios cuidarla,
y tomártela con calma.
El no merece tu llanto,
tal vez el abrió tu puerta,
aprovecha que está abierta
para botar tu quebranto.
Quizás doblando la esquina
encuentres quien te merezca,
no debes dejar que crezca
esa angustia tan mezquina.
Las lágrimas derramadas
tus heridas han lavado,
pronto habrán cicatrizado
y sus promesas quemadas.
Mañana verás el cielo
tan azul como el de siempre,
vístete como en setiembre
con una flor en el pelo.
Permite que el agua corra
allá en el cauce del río
y vive con nuevo brío,
verás que el dolor se borra.
La vida tiene esas cosas,
nada pasa por capricho,
tu ayer quedará en un nicho,
te esperan cosas hermosas.
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